22.1.09

"Full is not heavy as empty, not nearly my love, not nearly..."

Según seguimos patrones durante toda nuestra vida, círculos y ciclos que nos es muy difícil romper o por lo menos desviar para respirar un poco… A veces creemos que lo hemos hecho, pero al segundo siguiente te encuentras en medio de lo que ya fue, el “déjà vu” interminable de las decisiones erróneas.


Muchas personas creen que todo pasa por una razón (buena), yo no sé realmente si creer eso o no (me inclino más a que no), lo que es seguro es que todo tiene una consecuencia.


Es frustrante reincidir en lo que juraste jamás te volvería a pasar, estás a punto de entrar nuevamente en la ruleta, lo sabes y no te importa hasta que otra vez te encuentras con el agua hasta el cuello, buscando la puerta trasera y te cuestionas cómo es posible que estés siguiendo el mismo camino (aunque de alguna manera siempre se supo, ¿no?).


En este caso me refiero a las relaciones “románticas” por decirles de una manera, ya que a veces romance es lo que menos tienen, personas que parecen maravillosas, personas a las que es divertido empezar a conocer, que te quitan el hastío de día, que te hacen sonreír, que agradeces haberte cruzado con ellas, dudando que solo haya sido casualidad, despiertas pensando en ellas y te duermes deseando soñar con ellas y hasta haces afirmaciones sobre la relación y planes a futuro [casi] realmente creyéndolo. Imaginas como serían las cosas más cotidianas junto a esa persona: risas, peleas, dramas, reconciliaciones y demás… Todo un absurdo catálogo de eventos que hacen que se dibuje una sonrisa [vergonzosa posteriormente] en el rostro.


Semanas o meses después te das cuenta que la larga y dolorosa quimioterapia no funcionó, el tumor vuelve y siempre le damos la bienvenida; esta persona ya no es maravillosa, sólo queda el recuerdo de lo que una vez sentimos, de lo que una vez dijimos o escuchamos y tratamos de recrear ese sentimiento cuando sabemos que es imposible, ahora los ratos agradables en esa relación son casi nulos, las llamadas telefónicas, e-mails, textos, todo ha perdido la magia, todo es tedioso y monótono… Y aún así sigues, a veces pareciera que sólo estamos esperando que lleguen a golpearnos con un bate, que nos pongan un grillete, pensamos que somos masoquistas pero también sádicos ya que al parecer ansiamos nos den el látigo para auto flagelarnos, somos como cualquier mujer golpeada o marido golpeador, adoptamos un rol de víctima o victimario en un juego donde es seguro los dos perderán.


La gente pregunta, opina, aconseja, advierte (que raramente ayuda) pero no importa , nadie te saca de ahí hasta que tú lo decides y para llegar a esta decisión a muchos nos cuesta demasiado, nuestro umbral de paciencia y estupidez (o como quieran llamarle) al parecer es inmenso y nuestra autoestima (o lo que se le parezca) es mínima.


¿Cómo pudimos llegar a este punto? Podemos ser personas inteligentes, atractivas, talentosas, ricas, virtuosas, sanas, etc.… Se pueden tener todas las cualidades del universo y eso no mejora o cambia nada.


He estado siguiendo estos patrones desde que recuerdo, salgo de uno y entro en otro, estoy exhausto pero creo que por fin veo un sendero alterno no tan lejos de donde estoy ahora... La única forma de saber es continuar.


Y citando a una amiga que a su vez cita a un sitio Web de relaciones destructivas (ja) “el amor no debe doler…”


Y me pregunto: ¿Entonces qué es lo que ha dolido todos estos años?


La respuesta me deja vacío.

6.1.09

Πηνελοπεια

Después de varios siglos, pareciera que Penélope (Odisea, XI) ha encontrado la forma de meterse en mis entrañas, con sus respectivas diferencias claro; su sudario se convirtió en bufanda, Ítaca en Tepic y Odiseo en … Otra de las diferencias es que yo no descosía mi bufanda cada noche por lo que ya ha sido terminada, ahora sólo queda la espera, la espera de algo que sabes que ahí está pero no basta con enfocar la vista para verlo, ni con estirar el brazo para tocarlo, solo lo sientes, lo deseas, lo esperas, lo atraes, lo respiras y cada vez es menos intangible.

Algo que sabes cambiará tu vida, algo que crees es lo que siempre quisiste, una oportunidad que no se puede dejar pasar, algo casi místico y no una casualidad ni producto del azar.

Lo mencionado anteriormente puede escucharse fácil de lograr, algo así como esperar a alguien y después ser feliz para siempre, pero no lo es, la espera por alguien (como muchos lo sabemos y al parecer seguimos experimentando una y otra vez) y más por el ser “amado” es exhaustiva, te consume, no eres el mismo, es casi como si estuvieras conteniendo el aliento involuntariamente varias veces al día donde después tienes que recordarte respirar, te hace cuestionarte si realmente vale el sufrimiento, si no eres solo parte de una gran broma cósmica, si la fidelidad y la espera no son sólo otros conceptos sobrevalorados en la historia, si tal vez todo sea sólo producto de tu imaginación, una demencia trabajada ya por años que es cada vez más meticulosa, o que si en el momento que lo consigas te darás cuenta que estabas equivocado, en fin… Jamás se dijo que esto fuera una ciencia, ni una línea recta por la cual avanzar con obstáculos preestablecidos y estudiados.

En el mundo real (sea lo que éste sea), tal vez Penélope hubiese arrojado su tejido al mar acompañado de unas cuantas maldiciones, regresado a casa, divertirse con todos esos hombres que la pretendían después de tanto tiempo de celibato, poner su negocio 'Sudarios y Más' y olvidarse de alguien que jamás cumplió su promesa.

Pero realmente para saber qué pasará, sólo queda esperar o no hacerlo: decidir y aceptar las consecuencias de esta decisión.

La “verdadera” Penélope obtuvo su final feliz (por lo menos en mi referencia), y algo en lo que me gusta pensar es que la realidad siempre supera a la ficción.
 

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