6.1.09

Πηνελοπεια

Después de varios siglos, pareciera que Penélope (Odisea, XI) ha encontrado la forma de meterse en mis entrañas, con sus respectivas diferencias claro; su sudario se convirtió en bufanda, Ítaca en Tepic y Odiseo en … Otra de las diferencias es que yo no descosía mi bufanda cada noche por lo que ya ha sido terminada, ahora sólo queda la espera, la espera de algo que sabes que ahí está pero no basta con enfocar la vista para verlo, ni con estirar el brazo para tocarlo, solo lo sientes, lo deseas, lo esperas, lo atraes, lo respiras y cada vez es menos intangible.

Algo que sabes cambiará tu vida, algo que crees es lo que siempre quisiste, una oportunidad que no se puede dejar pasar, algo casi místico y no una casualidad ni producto del azar.

Lo mencionado anteriormente puede escucharse fácil de lograr, algo así como esperar a alguien y después ser feliz para siempre, pero no lo es, la espera por alguien (como muchos lo sabemos y al parecer seguimos experimentando una y otra vez) y más por el ser “amado” es exhaustiva, te consume, no eres el mismo, es casi como si estuvieras conteniendo el aliento involuntariamente varias veces al día donde después tienes que recordarte respirar, te hace cuestionarte si realmente vale el sufrimiento, si no eres solo parte de una gran broma cósmica, si la fidelidad y la espera no son sólo otros conceptos sobrevalorados en la historia, si tal vez todo sea sólo producto de tu imaginación, una demencia trabajada ya por años que es cada vez más meticulosa, o que si en el momento que lo consigas te darás cuenta que estabas equivocado, en fin… Jamás se dijo que esto fuera una ciencia, ni una línea recta por la cual avanzar con obstáculos preestablecidos y estudiados.

En el mundo real (sea lo que éste sea), tal vez Penélope hubiese arrojado su tejido al mar acompañado de unas cuantas maldiciones, regresado a casa, divertirse con todos esos hombres que la pretendían después de tanto tiempo de celibato, poner su negocio 'Sudarios y Más' y olvidarse de alguien que jamás cumplió su promesa.

Pero realmente para saber qué pasará, sólo queda esperar o no hacerlo: decidir y aceptar las consecuencias de esta decisión.

La “verdadera” Penélope obtuvo su final feliz (por lo menos en mi referencia), y algo en lo que me gusta pensar es que la realidad siempre supera a la ficción.

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