13.3.09

"I won't sympathize anymore..."

Tal vez solo estoy en mi mood amargado, como me han llamado numerosas veces, (aunque estoy seguro que ese no es mi estado general, ja), pero estos días los queda-bien han estado desatados y necesito sacar esto de mi sistema.

Creo que sería necesario dar un concepto antes de leer esta entrada, pero no tengo muy bien definido el concepto de la gente [posible raza] a la que llamo “queda-bien”, por educación... Es algo así: persona falsa y deshonesta que finge empatía hacia otra persona buscando algún tipo de beneficio a cambio; los hay hábiles y los hay torpes, conscientes y semiconscientes, se subdividen en perversos, simplemente patéticos y ambiguos. Creo que al leer se entenderá mejor a lo que me refiero y localizarán a los que les rondan o se sentirán incómodamente identificados con uno.

Advierto que el término “queda-bien” se repetirá hasta el cansancio.

No entiendo esa actitud “queda bien” de las personas... Aunque eso no es lo realmente molesto, sino esa empatía falsa que demuestran de una forma tan descarada, obvia e irritante, pensando que la persona con la que quieren lograr su cometido (ese de quedar bien, pues) no lo nota... Y lamentablemente muchas veces es así.

Una de las cosas que me es difícil tolerar en alguien, es eso: la “quedabienéz”.

Si algo me gusta mucho, el queda-bien lo considera grandioso, magnífico, ¡wow, que coincidencia y gusto que le da!
Cuando algo me da risa, el queda-bien muere a carcajadas, no puede entender cómo puede eso ser tan gracioso, bueno... Casi se le disloca la quijada.
Si afirmo algo, ya puedo ver al queda-bien asintiendo y estando de acuerdo en cada uno de mis puntos con suma convicción.
Si niego algo, mi mejor amigo queda-bien no podría estar en mayor desacuerdo, reprobando con devoción cada uno de los temas en cuestión.
Algunas veces, el súper cínico queda-bien es como un gran perico, un eco que repite la frase que acabas de decir, y la pronuncia como un pensamiento propio, aunque generalmente medio cambian las palabras para no mostrarse tan evidente.
Y claro, existe el atípico queda-bien que parece cuestionarte y pseudo-desafiarte un par de veces... Pero no, no estabas equivocado, era solo un titubeante plan que ha hecho sudar a este mañoso queda-bien mientras trataba de confundirte, ya verás como regresa a su conocido y probado modus operandi.

Porque para ser un queda-bien digno de ese título no se puede ser tonto (años de práctica deben dejar algo, ¿no?) ni lento, si no, sería solo un queda-bien de pena ajena y aburrido, y ese status de queda-bien consumado en el que ha invertido tanto tiempo y energía, podría verse afectado. Un queda-bien experimentado se va perfeccionando a lo largo de su vida, ha aprendido a sonreír cuando por dentro siente una total indiferencia, ríe contigo a carcajadas cuando puede pensar que lo que estás diciendo es lo más idiota que ha escuchado, te da la razón cuando piensa lo contrario o simplemente no le importa en lo absoluto, casi llora destrozado con tu dolor como si fuera propio, y puedes asegurar haberle visto una lagrima asomar por su ojo mientras por dentro la mayor de las veces siente satisfacción de verte en ese estado.

La [posible] raza de los queda-bien tiene un sentimiento de admiración/envidia/odio/sabe qué/raro, hacia ti que no puede evitar, un queda-bien perverso puede ser peligroso al desear verte miserable, ya que muchas veces quiere tener lo que tu tienes y más, saber lo que tu sabes y más, adopta actitudes tuyas y copia rasgos de tu personalidad, muchas veces el queda-bien llega a tal punto enfermizo de imitar gestos, ademanes, muecas, a copiar palabras y acentos. Un queda-bien patético solo quiere eso, quedar bien contigo, un poco de tu atención, consideración, reconocimiento y respeto, a veces sueña también con tu admiración. A fin de cuentas cualquier queda-bien me parece hartante. Todo queda-bien puede dejar de serlo, ya que las personas evolucionan, cambian, conforme crecen se sienten mejor dentro de su piel, aunque es muy difícil hacerlo y creo que la mayoría (si deja de serlo) siempre tendrá un dejo de queda-bien dentro, es su naturaleza.

Además de hostigante, es triste ver como el queda-bien se considera un ser sin luz propia que tiene esa necesidad de brillar a través de otros, y no sólo eso, si pudieran apagarte lo harían (mucha veces con gusto), son como un espejo empañado, como la luna; necesitan al sol para poder reflejar esa luz interna que tanto añoran, no conciben la idea que pueden tener esa luz dentro de ellos también, y que si es pequeña pueden alimentarla para que crezca... Es casi como decirle a una monja que existe la posibilidad de que la Biblia sea solo una gran libro de ficción (ja)... Nunca, pero jamás será diferente, en sus cerebros quedabienescos saben muy bien que si se alejan del sol se apagan y si se acercan demasiado es seguro que se queman; así que deciden orbitar sin peligro a nuestro alrededor, constantes... Esto no es sorprendente, ningún queda-bien se caracterizará por tomar riesgos o por tener iniciativa (a menos que sea la de quedar bien), han ahogado sus voces en un mar de pretensiones, poses y máscaras, en el cual se hunden cada vez más.

Creo haber nacido con un don un tanto peculiar (ja), lo cual a veces puede ser una maldición, ese don/maldición es detectar a estos queda-bien de manera relativamente sencilla, a estos trepadores nefastos e incómodos que nos rodean, generalmente interactúo con ellos, la mayoría de las veces son agradables en un principio, pocas veces logran engañarme, pero este don no es infalible, lo han hecho, he caído en su trampa, han logrado su cometido de quedar bien conmigo mientras yo los consideraba auténticos e interesantes, con muchas cosas en común; cabe aclarar que creo que toda persona es interesante cuando se muestra como es, sin esfuerzo de demostrar o probar nada, cómodo o lo más cómodo posible que puede consigo misma (dependiendo del bagaje de cada quien); esto es algo que el queda-bien no ve así, en su esfuerzo por crearse historias ficticias y fantásticas, siendo protagonista y víctima de éstas, además siempre tienen algo de mitómanos (aunque los mitómanos son otro tema muy diferente del que me gustaría escribir en otra ocasión), en fin... A veces me doy cuenta del engaño mucho tiempo después (¡damn you, queda-bien!), al hacerlo, me encuentro exhausto, la fuerza para lidiar con ellos abandona mi cuerpo, reemplazada de una gran decepción y resignación al darme cuenta que toda esa confianza, interés, sinceridad y demás que invertí en la relación, no sirvió para nada, porque está claro que al queda-bien no le importa eso y jamás le importó (doble ja).

No funciona ni vale la pena confrontarlos, negarán su quedabienéz hasta el último aliento y entrarán en su papel de auto-proclamada víctima (arghh... Disgusting).

Así que he tomado la decisión de alejarme de las personas que no tengan “buena vibra” (sí, soy muy de vibras) hacia mí, más que nada los queda-bien que se inclinan a lo perverso, ya con mis propios demonios, traumas y demás cosas por superar es suficiente; no tengo energía, ni voluntad de arrastrar ajenas por el momento, bastante contaminado ya estoy y me encuentro en mi periodo de desintoxicación.

Me pregunto, si un queda-bien lee esto, ¿se sentirá eludido?, o ¿qué pasará por su mente quedabienesca?

Ring a bell?


*Esta es mi versión favorita de “Army Of Me" por Björk [Featuring Skunk Anasie], muy liberadora, catártica. Espero la disfruten :)

8.3.09

"This excuses, how they've served me so well..."

Mostrarse [ser] vulnerable nunca es divertido al principio, todo lo contrario, y nunca se encontrará en nuestra lista de prioridades, ya que es como si te expusieras ante el mundo, un mundo que conoces grandioso de muchas maneras pero a la vez árido y hostil en muchas otras... A veces pareciera que pones armas a escoger sobre una mesa, mientras esperas con resignación que sean descargadas sobre ti (nuestro propio látigo sadomasoquista debería bastar).

Es difícil cambiar, superar o desaparecer lo que has venido arrastrando por toda tu vida y por generaciones atrás, tan arraigado en tu psique que se camufla perfectamente.

Antes, verme [ser] vulnerable estaba prohibido (una de esas tantas auto-prohibiciones), no solo por mí, sino porque es lo que se espera de ti, al aprender que nunca es “bueno” o aceptable mostrar flaqueza, debilidad y/o fragilidad en ninguna forma, no quedan muchas opciones... Y cansa, ese cansancio te ayuda a que cada vez sea menos [muy] difícil conforme vives el curso natural de la vida.

La vulnerabilidad nos despoja de nuestros escudos, salimos del cascarón, de la ya cómoda prisión de nuestras inseguridades, donde nos encontrábamos a salvo y atrapados dentro de nosotros mismos, quebrantándonos lentamente... Ese preciso momento es nauseabundo, sólo puedes esperar y recibir embestidas.

Te das cuenta que esa vulnerabilidad tan incómoda no es signo ni sinónimo de debilidad, no es un defecto, tampoco es la invitación ya confirmada a que alguien nos haga daño (nosotros mismos lo hacemos); la vulnerabilidad es poder en potencia, es algo que te da fuerza, es un paso más hacía la autenticidad personal y paz interna; la luz que hace que las sombras más oscuras que nos persiguen, desaparezcan, aunque al principio encandile y tengas que cerrar los ojos por unos segundos... Respira y vuelve a abrirlos.
 

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