13.12.08

"Sana sana..."

Durante toda nuestra vida nos han enseñado a ser felices, a no llorar, si algo duele… Hoy o mañana pasará. Cualquier signo de vulnerabilidad es sinónimo de debilidad, de repruebo, de crisis.


Ya con unos años más, te encuentras en una batalla interminable por ahogar todo lo “malo” que va surgiendo, todo eso que no deberías sentir… ¿Cómo hacer para que ya no duela?, el dolor es algo que ya no se siente natural.


No me refiero al dolor que nos gusta sentir, al que somos adictos y que es casi siempre resultado de una cadena de eventos causada por nosotros mismos, un boomerang arrojado con tal fuerza que pareciera que creemos que jamás regresará, cuando sabemos que lo hará y con la misma fuerza.


Me refiero al otro dolor, al que no queremos cerca, al que sabemos que destroza, al que inevitablemente llegará, y cuando llega, a veces parece que ya no hay más, tu respiración cambia, sientes que todo a tu alrededor se mueve más rápido que tú, tus ojos se convierten en una interminable fuente de lágrimas… Cierras los ojos esperando que todo pase o que no sea verdad, pero no es así… No buscamos respuestas, algunas ocasiones ni siquiera sabemos la causa, sólo queremos que desaparezca, volver a lo que “debemos” ser, a sonreír, a mostrar seguridad, a vernos fuertes y enteros, estables, repuestos, felices.


Tal vez el dolor se va, pero el detonante no, y sólo encuentra una forma de coexistir con el resto de la gama de sentimientos de cada ser humano, esperando ser activado en otro momento, y realmente no tiene por qué desaparecer, es parte de nosotros, no somos criaturas del arco iris, unidimensionales, no tenemos por qué continuar en esta puesta en escena forzada a la que nos han arrastrado las circunstancias y en la que nos hemos quedado por comodidad y una vez más por no sentir el dolor indeseable, el sufrimiento que hemos aprendido como algo ajeno. Este dolor nos ayuda seguir, a detenernos, pero que tratamos por todos lo medios de eliminar al primer indicio.


El dolor existe por una razón, si no lo sentimos no sabríamos cuando abrir los ojos, cuando quitar la mano del fuego, cuando dejar de esperar por alguien, cuando decir que es suficiente, que ya no, cuando dejar de besar e impedir que nos sigan abrazando.


No hay tal cosa como empezar de nuevo, ya hemos comenzado, va a doler una y otra vez… Déjalo que duela.

2 comentarios:

R. R. dijo...

Holitas!! estoy viajando con mi blog y te dejo saludos!

emme dijo...

Muy buena tu reflexión !..

El dolor nos ayuda a seguir como ya lo dijíste; a mí me tomó algún tiempo descubrir que lo que veía en las peliculas de Disney de niño generalmente eran puras patrañas jaa.

Un saludo, muy sustancioso tu blog ah!

 

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